Hadas, Duendes, Brujas, Trasgos, Dragones... y demás criaturas, convivían en serena armonía con el ser humano.
Más, cierto día hallándose un hombre sentado en el claro del bosque, diose cuenta súbitamente de su simplicidad. Y ello le aturdió terriblemente.
Vió como las bellísimas hadas hacían florecer los campos con sus cánticos mientras los traviesos duendes jugaban al escondite con las bestias del bosque.
Espió a las brujas y se dió cuenta del inmenso poder de sus pociones.
Quedó fascinado con la fuerza y majestuosidad de los dragones, y envidió su nobleza.
Y de repente se sintió diminuto, y la envidia y el odio ennegrecieron su corazón.
Comenzó entonces a recorrer cada aldea narrando terroríficas historias. Historias que salían de su atormentada imaginación.
Contó como las hadas le hipnotizaron con sus canciones mientras las brujas
le envenenaban con sus horribles pociones, hechas de excrementos y trozos de animales.
Como los duendes entraban en las casas de los granjeros a media noche para atormentar a sus hijos.
Como un dragón devoró sin piedad a una indefensa chiquilla, para quedarse con su juventud.
La gente del lugar comenzó a temer la Magia, desconfiando
de todo ser y criatura " diferente " a ellos.
Y empezó una cruenta cacería.
Quemaron brujas, colgaron duendes, esclavizaron hasta su muerte a los dragones, y cortaron las alas de las hadas, matándolas de pena.
Y la Magia se esfumó, sin más.
Y el ser humano se tornó gris.
Desde entonces, Tierra, Cielo y Mar, no han dejado de llorar.
Dice la leyenda que aún hoy, hay Magia entre nosotros. Camuflada, a la espera de su oportunidad.
Sólo unos pocos privilegiados pueden verla, sentirla e incluso olerla.
Sólo unos pocos privilegiados experimentan aún hoy, su grandeza.
Son aquellos a los que llamamos locos con desprecio.
Aquellos que por ser distintos nos inquietan.
Aquellos que por salirse de la " normalidad " establecida, nos asustan.
Pero un día, cuenta la leyenda, el hombre será exclavo de sus semejantes.
Será apaleado por sus hermanos y despreciado por sus iguales.
Entonces y sólo entonces, la Magia y sus criaturas resurgirán de sus cenizas
y reclamarán su sitio.
Y el hombre será extinguido.
Sòlo unos pocos, aquellos " pobres locos ", se salvarán.
Y Cielo, Mar y Tierra, dejarán por fín de llorar.
